En el año 1937 comenzó la Milano-Taranto, que llegó a convertirse en la carrera de motos más larga de la historia con un recorrido total de 1.283 kilómetros.
En efecto, para llegar hasta la mítica Milano-Taranto hay que remontarse a 1912 en que se celebró la Roma-Napoli-Roma con un largísimo recorrido, para la época, de 500 km, en la que venció Clemente Merlo sobre una moto Frera 500, siendo el primero de los tres únicos pilotos que fueron capaces de concluir la carrera.
Este inicio tuvo su continuación en 1915 con una carrera de Gran Fondo entre Milán y Nápoles, con una distancia total de 865 kms.
Para ese año, en Italia ya existía una intensa actividad deportiva con motocicletas en que marcas como Frera, Bianchi o Garelli competían con extranjeras de la talla de Harley Davidson, Douglas, Indian, Puch o Triumph. Pero el inicio de la PGM interrumpió las actividades motociclísticas deportivas hasta la firma del Armisticio, para reaparecer de nuevo estas pruebas de largo recorrido en 1919 con la Milano-Caserta, con 841 kms. de recorrido, cuyo vencedor fue Ettore Girardi sobre una Garelli 350, sirviendo esta edición como reinicio del motociclismo comercial.
Esta tradición continuó con la Gran Fondo en 1920 entre Milán y Nápoles realizando un recorrido de 895 kms, que siguió celebrándose todas las primaveras hasta el año 1925.
A mediados de esa década las motos ya eran mucho más veloces, las carreteras mucho mejores y el tráfico rodado mucho más denso, por lo que la Milán-Nápoles se convirtió en una inútil forma de jugarse la vida, quedando esta prueba en suspenso hasta 1932 en que se reinstauró bajo el nombre “Coppa Mussolini”, por voluntad propia del Duce, en base al nuevo espíritu de la Italia Fascista inmersa en los ideales de disciplina, bravura, fuerza, temeridad y heroicidad, así como de reafirmación de la industria de la moto italiana y su sentido deportivo. A esta edición se sumó Moto Guzzi, la nueva marca italiana nacida al comienzo de los 20, proclamándose vencedora absoluta ya que ocupó los cuatro primeros puestos de la carrera.
El 2 de mayo de 1937 la prueba llega a su máxima expresión alargando el recorrido hasta Taranto, con 1.283 kms, convirtiéndola en una carrera selectiva, en la que la inteligencia y la fiabilidad mecánica jugarían a favor de los vencedores. Esta edición fue ganada por el boloñés Sandri, sobre una Moto Guzzi 500 bicilíndrica, que rodó a una velocidad media de más de 121 kms/h., empleando un tiempo de 12h. 20’ 28”.
Para entonces, Moto Guzzi ya se había consolidado como una de las mejores marcas de motocicletas, sobre todo en la categoría de 500 cc., siendo, sin duda, la bicilindrica en “L” vencedora de ese año la precursora del motor que, bastante tiempo después, hiciese famoso a Ducati… Pero por entonces también hizo su aparición la impactante Gilera Quattro refrigerada por agua que, ese mismo año, pilotada por Piero Taruffi, se alzó con el record de la hora, volando a 195,106 kms/h., arrebatándoselo a los ingleses que lo habían detentado durante veintiocho años.
El año 1939 marcó el fin de una época con la invasión de Polonia por Alemania, a la vez que Mussolini, por la firma del Pacto de Acero, ligó el destino de Italia a la Alemania nazi.
De igual manera que el Tourist Trophy de ese año concluyó con la salida escoltada de Alemania de los participantes extranjeros, la Milano-Taranto del 39 también debiera haber sido la última de una época, la VIII Coppa Mussolini, tras la suspensión de todas las actividades deportivas de índole internacional. Aún así, el 6 de mayo de 1940 se celebra un año más la Milano-Taranto con la participación de 132 pilotos, en la que de nuevouna moto Guzzi se proclamaría vencedora absoluta de la IX Coppa Mussolini.
Menos de un mes después, el 10 de junio, Italia entraría en guerra. Esta sería la última vez que Mussolini diese nombre a la prueba, que no se volvería a celebrar hasta una década después, el 7 de mayo de 1950, como la quinta edición de la Milano-Taranto.
Muchas eran las novedades que se presentaban en esta nueva época: Morini, Mondial o MV copaban los primeros puestos de las nueva cilindrada de 125 cc.; pequeñas Guzzi se disputaban la categoría de 75 cc. y las Lambretta dominaban en la de escuter. En los años siguientes más motos como Parrilla, Rumi o Laverda irían engrosando la lista de las marcas legendarias.
Así fue trascurriendo el tiempo, hasta que en 1956 se celebró la última edición de la mítica prueba de Gran Fondo, la décima edición de la Milano-Taranto. Evidentemente nadie sabía que esto iba a ser así a pesar de que las caídas, las descalificaciones, la intervención de la FIM en cuestiones de seguridad o la limitación de participación a motocicletas de turismo o sport ya condicionaban bastante el espíritu de la prueba. Aún así, la fecha del calendario para el siguiente año ya se había fijado: sería el 23 de junio de 1957.
Pero ocurrió un hecho extraordinario, el terrible accidente en la Mille-Miglia automovilística en el que perdieron la vida De Portago y su copiloto Nelsen, así como diez espectadores. Esto hizo que el Automóvil Club de Italia suspendiese la prueba, a lo que se sumó la federación motociclística con la suspensión de las pruebas por carretera, decisión que fue apoyada por el gobierno italiano y la FIM, dando el último adiós a una de las carreras míticas del motociclismo de todos los tiempos.
Quizá este hecho no fue más que una disculpa para acabar con una prueba que molestaba a todos menos a los pilotos. La revocación de esta prueba tiene lugar cada verano desde 1987 gracias al tesón de Franco Sabatini www.milanotaranto.com.