A Felipe le han dejado la moto, o lo que queda de ella, a la entrada de su taller en San Martín de Valdeiglesias. Para los menos entendidos es un montón de chatarra, para los más enterados se trata de una vespa 160 GS, el scooter más apreciado y buscado entre la tribu mod de los 60. Pero tanto para unos como para otros, y en el lamentable estado en que se encuentra, pasa totalmente desapercibida. Ese desecho de chasis y cófanos oxidados se ha convertido en un nuevo reto para Felipe Martín, a quien le corresponde dejarla como nueva y convertirla en un adorable objeto de deseo de nuevo.
No es una tarea sencilla, al oficio de mecánico se le une ahora también el de consumado navegador, rastreando la web en busca de piezas de segunda mano a buen precio y asiduo a los rastrillos de clásicas. En el recinto ferial de Vicálvaro, Madrid, y bajo un sol de justicia se suceden los puestos de recambios en la feria de vehículos clásicos y de época de Retrovicálvaro. Aquí podemos encontrar desde un camión hasta la aguja de la campana de un carburador. Una Bultaco Pursang Mk6 comparte puesto con otras motos de campo españolas de glorioso pasado, en otro puesto nos encontramos con un impecable motor de Bultaco Alpina alineado con un montón de guardabarros originales y oxidados y para los que buscan alguna pieza en concreto nada mejor que armarse de paciencia y rebuscar en cajas repletas de ellas. En estos rastrillos te encuentras con la historia de la moto española en piezas, en un improvisado museo sin notas explicativas donde deberemos buscar las referencias en los que regentan los puestos, auténticos académicos en la historia de la moto. Se conocen cada característica, cada modelo y cada detalle de las motos españolas de antaño y charlar con ellos se convierte en un agradable ejercicio del “let the good times roll”.
Precisamente el mundo de las clásicas va de eso, de saber disfrutar del sabor añejo y único de las motos de época. Para algunos se ha convertido en una pasión que les lleva a recorrer los circuitos de velocidad en busca de emociones fuertes, aquellas en que se mezclan la competición y el sonido inconfundible y bestial de los motores de carreras de antes. Hace poco se celebró en el circuito del Jarama la segunda edición de Classic Moto, una exhibición de motos clásicas de carreras que está empezando a cuajar en nuestro país. Se dieron cita pilotos de la talla de Giacomo Agostini, Phil Read, Carlos Lavado o Manuel “Champi” Herrero, compartiendo el Jarama con un buen número de aficionados. Algunos de ellos ya están jubilados pero las ganas de quemar adrenalina las mantienen intactas y con sus autocaravanas y sus monturas recorren Europa participando en exhibiciones y carreras similares.
Quien sabe bien de carreras es Juan Martín, el hermano de Felipe. Ganador en varias ocasiones de la prestigiosa carrera de clásicas de la Bañeza, la última el año pasado en el 50 aniversario de esta carrera, es de lejos el mejor preparador de Ducatis de España. Pilota una 450 sport que ha montado, desmontado y afinado hasta límites insospechados. Le gusta hablar de ella y mientras lo hace la mira de reojo, con un guiño de complicidad. Preparar una moto de carreras requiere de su tiempo y Juan hace suya la máxima del si tienes prisa vístete despacio por lo que lo primero que les advierte a los que dejan en sus manos la preparación de una moto es que a las motos de carreras, para que corran y no rompan, hay que darles su tiempo.
Una característica que une a todos los locos por las clásicas es lo orgullosos que se sienten de ellas y su afán por compartirlo. La muestra la tenemos en la Bañeza, donde los boxes están abiertos a todos y sin ningún tipo de restricción. A pesar del agobio que puede parecer que sufren los pilotos y mecánicos estos disfrutan con tanto ajetreo. Tiene su lógica. En la mayoría de las ocasiones las motos que corren son auténticas obras de arte por su nivel de restauración y preparaciones. Un trabajo de años que hay que exponer a una entendida afición, convirtiendo así los boxes en un perfecto escaparate donde mostrar de cerca sus creaciones.
Otro de los escenarios donde se someten a las clásicas a una dura prueba de competición es el Trial. En el madrileño pueblo de Robregordo, en el extemo más norteño de la Sierra de Guadarrama, se han dado cita 200 pilotos para disputar el trial de clásicas de Robregordo. Medio Ambiente ha impuesto sus reglas y sólo los pilotos inscritos pueden circular por el monte y lo que antes era una fiesta de pilotos y seguidores se ha quedado ahora sólo en una excursión deportiva para los primeros. Una lástima, porque para los amantes de este deporte es una ocasión única para ver de nuevo a todos los modelos de motos de trial que dominaron la escena mundial en los años 60 hasta mediados de los 80. La gran mayoría son españolas (Ossa, Bultaco y Montesa) y la nota exótica la ponen las motos británicas de cuatro tiempos como Triumph o BSA. Aquí y en las zonas no se ven las piruetas imposibles de los triales de pro, ni falta que hace, con ver evolucionar uno de los primeros modelos de Sherpa T u oir el zumbido grasiento de una BSA de cuatro tiempos en una pronunciada subida ya tienes tu recompensa. En este tipo de triales se conocen casi todos, no hay mochileros ni presión, hay hermandad motera y, como en el rugby, un glorioso tercer tiempo.
Para el que se decida por comprarse una moto de época también existe la posibilidad de hacerse con una nueva, recién salida de una cadena de montaje en Madrás, India. Cada año salen más de 30.000 motocicletas Royal Enfield de la fábrica india, que se hizo con la licencia cuando la renombrada marca cerró sus puertas en Redditch, Inglaterra en 1962 y siguen fabricando los modelos bajo los mismos patrones de 1955, mejorando puntualmente algunas piezas y materiales. Emilio y su mujer Rubi apostaron por esta marca hace dos años y abrieron en el también clásico barrio de las letras madrileño un concesionario de esta marca. Ya le metieron mano a una Enfield en su taller hace muchos años, de un cliente que la heredó de su abuelo y quería restaurarla, y desde entonces siempre rondó por su cabeza el hacerse con una concesión de esta marca. Poco a poco esta clásica de mediados del siglo XX pero fabricada en serie en el XXI se va dando a conocer y por su tienda van pasando muchos curiosos a los que una entusiasta Rubi no para de documentar sobre tan original montura. Su particular atractivo, gusta sobre todo a las chicas, radica en su aspecto robusto y una marcada personalidad que en la calle no pasan desapercibidas.
Felipe restaura las motos con precisión de cirujano y antes de meterse de lleno con la Vespa debe de darle los últimos toques a una Guzzi Dingo del 65. Sobre el banco de trabajo la moto luce a estrenar, con todos los detalles pulidos y listos para que su dueño la pasee con la ilusión de un niño con zapatos nuevos y tratándose de una clásica se le añade también el plus de tener algo único y muy exclusivo entre manos. Montar en moto es una cuestión de sensaciones y ya sea pilotando una moto en circuito, subiendo por cantos rodados o dando un paseo por alguna comarcal revirada, pilotar una clásica es siempre algo genuino y diferente. Porque a fin de cuentas no es lo mismo montar en moto que montar en La Moto.